miércoles, 12 de enero de 2011

La fotografía ha cambiado

LA FOTOGRAFÍA HA CAMBIADO 

El otro día escuchaba un par de podcast de lensbokeh en los que debatían sobre si la fotografía es arte o no.
Como es obvio concluyeron que sí, pero en su debate tocaron muchos temas de actualizad en los que con frecuencia he meditado y también me gustaría dar mi punto de vista, bastante similar al de ellos.

Para empezar es innegable que la fotografía, desde sus inicios es un arte. De hecho, hacer una foto no es otra cosa que “pintar con luz”.

El lienzo donde se dibuja el cuadro es el encuadre de la cámara. El motivo que se dibujará es lo que se encuadra y la pintura es la luz. Nuestras herramientas son la exposición, el diafragma, los diversos tipos de lentes, el enfoque… 

Aunque para pintar un cuadro se pueden tardar varios días, la fotografía es instantánea y más desde la era digital. También hay que tener en cuenta que una fotografía por lo general será más realista que un cuadro.
Pero de un tiempo a esta parte, desde los 90 diría yo, el panorama fotográfico ha cambiado mucho.

Antes solo habían auténticos maestros como Cartier Bresson o Cappa. Y tenían una técnica de la que aún hoy seguimos aprendiendo mucho. El que hubiesen tan pocos fotógrafos antaño se debía, básicamente, a que era difícil de usar los equipos y que no eran tan accesibles como ahora.

Pero en nuestros días cualquiera puede conseguir una cámara de fotos. Las hay de película desechable por menos de 10€ y digitales a partir de 60€. Claro, la calidad deja que desear, pero es otro tema.

La cosa es que con esto se ha conseguido que cualquiera se crea fotógrafo por el mero hecho de fotografiar.
Pero hay que recordar que en esto, como en todo, hay diferencias. Pensemos en un conductor de fórmula uno y un hombre que trabaja en una oficina pero a la que acude cada día en su vehículo. Ambos son conductores, pero solo uno es profesional y destaca por encima del otro.

Así pasa en la fotografía. Hay muchos “conductores” o “fotógrafos”, pero profesionales solo un puñado. Y eso es algo que se olvida con gran frecuencia.

Y todo esta corriente de pensamiento esta arrastrando consigo más cosas. Pondré dos ejemplos.

De un tiempo a esta parte las cámaras no solo son más accesibles sino que son más simples y automáticas. Y, por supuesto, te las venden con el eslogan de “Deje que su cámara haga todo por usted, solo preocúpese de estar allí para pulsar el botón”. Quienes estamos más metidos en este mundillo sabemos que el automático puede hacer buenos trabajos, pero en la mayoría de casos es para llorar. Al menos esa es mi experiencia y la que muchos otros me han contado.

Otro ejemplo rápido es que la forma de ver y sentir la fotografía ya no es la misma. Antes podías ver una foto y quedarte maravillado ante ella aunque le faltase foco, nitidez, o incluso estuviera mal el balance de blancos.
Pero ahora ha de ser perfecta, con varios procesados y reprocesados con photoshop o similares. Siempre buscando que se enfoque todo al máximo, hasta que se vea el último poro de la piel. Por desgracia esta forma de ver la fotografía tan “perfecta” se está estandarizando en la mente de muchas personas quienes ya no aprecian una foto hecha como las de antes.

Lo peor de todo es que uno, hablando de mí mismo, cuando hace una foto y la procesa llega un momento en que siente la presión en el cogote y acaba cediendo a “lo que gusta” en lugar de ir tras su “propio” estilo. Y esto veo que está pasando a muchas personas, entre ellas fotógrafos anónimos que admiro bastante.

Es posible que haga una continuación de este artículo, porque me quedo con ganas de hablar más de este tema, pero hoy ya escribí un buen tocho.

Quedáis invitados a comentar y opinar sobre lo escrito.

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