En Mauthausen existía un Kommando llamado Erkennungsdients, un laboratorio fotográfico destinado a los retratos policiales de identificación de los presos, aunque en la práctica se hacían fotografías de muertes por arma de fuego, suicidios, accidentes, asuntos de naturaleza médica y acontecimientos varios del campo, como las visitas de altas jerarquías, por ejemplo las de Himmler y otros altos cargos de las SS.
A este Kommando se incorpora Boix a finales de 1942, y allí trabajó como fotógrafo y técnico de laboratorio con dos españoles más. Boix y la organización clandestina del Partido Comunista español decidieron ese año de 1942 esconder los negativos del Erkennungsdients.
Como esconder los negativos dentro del campo era muy peligroso, deciden sacarlos de allí. Para ello, se ponen en contacto con españoles que trabajaban en el llamado Bahnholkommando, un grupo de trabajo que salí a diario desde el campo hasta la estación de Mauthausen. El preso Jacinto Cortés y otros españoles de ese kommando habían hecho una cierta amistad con una familia del pueblo. Fue Jacinto el que le pidió a Anna Pointer que ocultase el paquete de fotografías y negativos que habían robado a los SS en el campo.
Cuando Mauthausen es liberado, Boix marcha a París. Allí da a conocer algunas de las fotografías sacadas del campo de concentración en periódicos y revistas próximos al Partido Comunista francés. Enseguida se publican varios libros y las autoridades francesas se interesan por quien podría ser un testigo de gran valor en los juicios contra criminales de guerra que se estaban preparando.
En 1946 Boix declaró como testigo en dos de esos procesos: el proceso de Nuremberg (Tribunal Militar Internacional) contra la cúpula dirigente del Tercer Reich, y unas semanas después en Dachau, en el proceso de la Sección Crímenes de Guerra contra 61 antiguos SS de Mauthausen. En ambos casos las acusaciones presentaron como pruebas las fotografías que Boix había hecho y robado en Mauthausen. Su testimonio y las fotografías presentadas fueron determinantes para sostener varias acusaciones y condenas.
Boix residió en París desde el verano de 1945 hasta su muerte, en 1951. En París trabajó como reportero gráfico en diversas publicaciones, entre ellas L’Humanité, órgano del PC francés. Escribió un libro sobre su estancia en Mauthausen, al que tituló Spaniaker, la forma despectiva con que se referían a los españoles algunos SS, e hizo llegar el manuscrito al escritor André Wurmser.
Cuando en los setenta la escritora catalana Montserrat Roig se interesó por el texto, Wurmser le dijo que se lo había dejado a Pierre Courtade, fallecido unos años después que Boix. Aún hoy se desconoce el paradero de dicho libro.
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